La cosecha de sandías está en su apogeo por estos días en el municipio de Jutiapa, departamento de Cabañas, especialmente en el cantón Carolina, bañado por las aguas del embalse del Cerrón Grande, que abastece la central hidroeléctrica del mismo nombre.
A este paraje −en el que varias familias viven de la pesca artesanal y que además es propicio para el turismo− llegó Brenda S. y su familia el 20 de febrero, provenientes de un cantón cercano llamado Santa Rosa La Maraña, para bañarse en las aguas del embalse, una especie de esparcimiento al que como grupo familiar no estaba acostumbrados.
Era la 1:00PM cuando Brenda de 14 años y sus seis hermanos decidieron tomar un baño en un momento en que sus padres les perdieron la vista y nadó hacia una zona del embalse en la que sus pies dejaron de tocar fondo. Una fuerte corriente la arrastró.
“Fue una cerrada de ojo”, comentó la madre de la joven con una mezcla de congoja y desconcierto. La mujer expresó que ninguno de sus siete hijos sabía nadar y que al estar tratando de mantenerse a flote, uno de los hermanos de Brenda intentó jalarla, pero que al sentir que sus pies iban a dar a un precipicio, se hizo para atrás.
Desde esa hora empezó un gran operativo de rescate en el que se involucraron organismos de rescatistas voluntarios, la PNC, el ejército y el comité municipal de Protección Civil. Hasta equipos de buceadores se enfrascaron en la faena de hallar a la pequeña.
Tras jornadas infructuosas que abarcaron lo que quedaba del sábado y todo el domingo, no fue sino hasta este lunes alrededor de las 5:00 de la mañana cuando Brenda fue hallada boca abajo a casi tres kilómetros del lugar en el que se ahogó.
Carlos Valladares, director de la región de Ilobasco de la Cruz Verde, comentó a Diario1 que Brenda fue encontrada por una de las cuatro lanchas utilizadas para la tarea de rescate y que el cuerpo de la joven se encontró entero y sin indicios que algún animal la haya intentado dañar.
Otro de los datos compartidos por este veterano rescatista fueron las condiciones adversas en la que los rescatistas hicieron su trabajo durante los dos días que duró la operación. Lo más inusual del asunto fue la experiencia que tuvo uno de los buzos de rescate, que por poco corre con la misma suerte al enfrentarse a la corriente que terminó ahogando a Brenda.
En el sector en el que Brenda y su familia se estaban bañando, explica Valladares, existe una parte sin mayor profundidad y amigable para los bañistas, pero al buscar un poco el centro del embalse existe una poza con una profundidad de entre 10 a 15 metros que genera una corriente de hasta 10 kilómetros por hora.
“La poza es tan poderosa que hasta a lanchas con motor les cuesta caminar por la zona”, asegura.
Aunque el rescatista reconoce que solo ha tenido que atender otra situación de rescate distinta a la de Brenda, afirma que la peligrosidad de las aguas es conocida por los lugareños, algunos de los cuales han visto hasta dos personas ahogarse en un solo día.
Entre los lugareños se dice que solo una persona ha desafiado y sobrevivido a la corriente a la que sucumbió Brenda en un día en la que solo pensaba en pasarla bien con su familia.
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